sábado, junio 30, 2007

Leyenda Negra de la Conquista Española


Mucho se habla de los genocidios producidos por las dictaduras irracionales del siglo XX, pero pocos reparan en el genocidio indígena llevado a cabo por los conquistadores españoles y portugueses en América:
"En la isla Española, que fue la primera, como dejimos, donde entraron cristianos e comenzaron los grandes estragos e perdiciones destas gentes e que primero destruyeron y despoblaron; comenzando los cristianos a tomar las mujeres e hijos a los indios para servirse e para usar mal dellos; e comerles sus comidas que de sus sudores e trabajos salían, no contentándose con lo que los indios les daban de su grado, conforme a la facultad que cada uno tenía, que siempre es poca, porque no suelen tener más de lo que ordinariamente han menester e hacen con poco trabajo, e lo que basta para tres casas de a diez personas cada una para un mes, come un cristiano e destruye en un día; e otras muchas fuerzas e violencias e vejaciones que les hacían; comenzaron a entender los indios que aquellos hombres no debían de haber venido del cielo. Y algunos escondían sus comidas; otros sus mujeres e hijos; otros huíanse a los montes por apartarse de gente de tan dura y terrible conversación. Los cristianos dábanles de bofetadas e puñadas y de palos hasta poner las manos en los señores de los pueblos. E llegó esto a tanta temeridad y desvergüenza, que al mayor rey, señor de toda la isla, un capitán cristiano le violó por fuerza su propia mujer. De aquí comenzaron los indios a buscar maneras para echar los cristianos de sus tierras: pusiéronse en armas que son harto flacas e de poca ofensión e resistencia y menos defensa (por lo cual todas sus guerras son poco más que acá juegos de cañas e aun de niños); los cristianos con sus caballos y espadas e lanzas comienzan a hacer matanzas e crueldades extrañas en ellos. Entraban en los pueblos, ni dejaban niños ni viejos ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban e hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres, por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas en ríos por las espaldas, riendo e burlando e cayendo en el agua decían: bullís cuerpo de tal; otras criaturas metían a espada con las madres juntamente e todos cuantos delante de sí hallaban. Hacían unas horcas largas, que juntasen casi los pies a la tierra, e de trece en trece, a honor y reverencia de Nuestro Redemptor e de los doce apóstoles, poniéndoles leña e fuego los quemaban vivos. Otros ataban o liaban todo el cuerpo de paja seca, pegándoles fuego así los quemaban. Otros y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos y dellas llevaban colgando, y decíanles: "Andad con cartas", conviene a saber, lleva las nuevas a las gentes que estaban huidas por los montes. Comúnmente mataban a los señores y nobles desta manera: que hacían unas parrillas de varas sobre horquetas y atábanlos en ellas y poníanles por debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos en aquellos tormentos, desesperados, se les salían las ánimas.
Una vez vide que, teniendo en las parrillas quemándose cuatro o cinco principales y señores (y aun pienso que había dos o tres pares de parrillas donde quemaban otros), y porque daban muy grandes gritos y daban pena al capitán o le impedían el sueño, mandó que los ahogasen, y el alguacil, que era peor que verdugo que los quemaba (y sé cómo se llamaba y aun sus parientes conocí en Sevilla), no quiso ahogallos, antes les metió con sus manos palos en las bocas para que no sonasen y atizóles el fuego hasta que se asaron de espacio como él quería. Yo vide todas las cosas arriba dichas y muchas otras infinitas. Y porque toda la gente que huir podía se encerraba en los montes y subía a las sierras huyendo de hombres tan inhumanos, tan sin piedad y tan feroces bestias, extirpadores y capitales enemigos del linaje humano, enseñaron y amaestraron lebreles, perros bravísimos que en viendo un indio lo hacían pedazos en un credo, y mejor arremetían a él y lo comían que si fuera un puerco. Estos perros hicieron grandes estragos y carnecerías. Y porque algunas veces, raras y pocas, mataban los indios algunos cristianos con justa razón y santa justicia, hicieron ley entre sí, que por un cristiano que los indios matasen, habían los cristianos de matar cien indios."
("Brevíssima relación de la destruyción de las Indias",por el Obispo don Bartolomé de las Casas)
fuentes:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy el saqueo continúa de otra manera. Los nuevos conquistadores (Repsol, Telefónica, el grupo Prisa, Marsans, etc.)expolian nuestros recursos naturales y continúa el genocidio de otras formas.
estos saqueadores intervienen en los procesos democráticos del continenete Americano, manipulando los poderes políticos de los cipayos de turno.

Anónimo dijo...

Las exageraciones (y escandalosas mentiras) de Bartolomé de las Casas ya fueron pulverizadas mas de una vez. Basta con leer sus irreales descripciones geograficas para darse cuenta de ello. Pero, además, su defensa del indio (por odio al español) no tenia complejos en recomendar la importacion de ESCLAVOS NEGROS HACIA AMERICA. Fabulador lleno de odio ha hecho las delicias durante casi cinco siglos de los crédulos amanuenses de la "Leyenda Negra" (que son los mismos que fantasean con el "buen salvaje"), perfectamente funcionales al imperialismo cultural anglosajón. ¿O se olvidan que los luteranos fueron los mas entusiastas difusores de la obra de Fray Bartolomé? Otra imbecilidad: comparar a Cortés con Telefónica, Pizarro con Repsol, Balboa con Prisa... Ellos eran españoles hechos y derechos (con sus luces y sus sombras). Pero... ¿alguien puede asegurarme que las empresas capitalistas tiene patria?

Anónimo dijo...

No seamos ingenuos, la brutalidad española sí existió. No fueron santos bajados del cielo los que conquistaban, eran bien capaces de cortar una mano por quedarse con los brazaletes de oro que ostentaba el indio o la india; además Las Casas no es el único que denuncia, están tambien Fray Montesinos, de Soto y varios más que llegaron a sentir repugnancia del comportamiento del español piojento y venido a más que llegó a América. Y en cuanto a la actualidad, si los empresarios españoles nos han vuelto a invadir, es porque cuentan con el beneplácito de los incapaces administradores que el mismo pueblo elige.

Frank dijo...

Muy buena redacción. Bartolomé de las Casas será por siempre una de las personas a las que hacer referencia para ver que el imperialismo español, ayer, hoy y siempre, sólo conduce a la barbarie, tal y como cualquier imperialismo hace.

Por la libertá de los pueblos, saludos desde una Andalucía con ansias de libertad