martes, abril 24, 2007

Niños Índigo

Desde hace más de una década, se escucha por parte de adultos que frecuentan círculos espirituales o adhieren a la perspectiva de un plan evolutivo, observaciones con relación a nuevos niños, diferentes, más evolucionados.


Los comentarios acerca de bebés y niños recién llegados a la vida con una luminosidad distinta en los ojos que, a medida que crecen, mues­tran facultades ampliadas para adaptarse rápidamente al vértigo de la tecnología, se multiplican en forma geométrica.


Casi todos los adultos de hoy conocen, saben de, o han escuchado hablar a alguien que tiene un hijo con características sorprendentes; que incorpora conocimientos en forma instantánea, que anticipa episo­dios por venir, que parece comunicarse con un código implícito, in­sondable, trascendiendo los lenguajes infantiles habituales.


Si bien todavía no puede hablarse de un fenómeno masivo, la canti­dad de casos aislados –pero con características similares– que se pre­sentan en distintos puntos del planeta, indican una constancia: lo que parece extraordinario en algunos niños tiende a tornarse natural en la mayoría.


No sólo muchos padres lo han advertido: también maestros y pedia­tras perciben que las nuevas generaciones “vienen con algo distinto”; más preparadas para el particular tiempo que les toca, con cierto conocimiento de otras realidades, con una mentalidad más elástica y una re­veladora capacidad de interactuar mediante nuevas pautas ante el mun­do y sus semejantes.


Quien planteó por primera vez la calificación índigo aplicada a un grupo de niños fue Nancy Ann Tappe –parapsicóloga, conferencista e investigadora en esa materia– en su libro Understanding Your Life Through Color (Comprendiendo tu vida a través del color), publicado en los Estados Unidos en 1982.


Tappe explica que los seres humanos irradiamos “capas áuricas” con determinados colores. Y que sólo algunas personas podrían ver dichas auras; no obstante, en esas capas, según los colores en juego, se defini­rían rasgos de personalidad y otros aspectos inherentes al individuo.


La autora identificó las características de los grupos por colores y luego las desarrolló. De una manera análoga a la astrología, que clasi­fica rasgos de personalidad o tendencia en grupos de acuerdo con nuestra ubicación cósmica al momento de nacer, también en el color de las auras estarían inscriptos, desde los primeros instantes de nues­tras vidas, ciertos rasgos similares que son muy notorios cuando sabe­mos cómo buscarlos. Ella misma declara haber visto las auras de los ni­ños en esa intensidad cromática, cuya definición en el diccionario ron­da el “añil, colorante natural azul oscuro obtenido de varias plantas del género Indigófera”.


Sin embargo, el color índigo es sólo una de las características de es­tos niños a quienes se les han asignado diversas maneras de identifica­ción o denominaciones: Niños estelares, Niños especiales, Niños de luz, Niños de la Nueva Era, Nuevos niños, Niños mágicos, Niños nazarenos o acuarianos, Dark blue children, Millenium children, entre otras.


La aparición de esta “nueva generación” comenzó a ser registrada por distintos observadores desde 1970. A partir de la década de los no­venta se han incrementado testimonios acerca de la presencia de niños índigo en todo el mundo. Según estimaciones de esos mismos observa­ dores, el 80% de los niños actuales cobijaría las capacidades asignadas a un niño índigo, aunque en muchos casos, en forma latente.

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martes, abril 10, 2007

Poesía Azteca


"No es verdad que vivimos,


no es verdad que duramos


en la tierra.


¡Yo tengo que dejar


las bellas flores,


tengo que ir en busca del misterio!


Pero por breve tiempo,


hagamos nuestros los hermosos cantos."





(Anónimo)

jueves, abril 05, 2007

Mi muerte cualquiera


Hay momentos
en que ni la muerte
con sus pantalones negros
puede hacerme nada.
-Sucede que a veces
no puedo entenderme con los dias,
no entiendo las ausencias
como lustrosas veredas,
ni al silencio agujereando
los libros quietos.
En esos instantes amarillos
es que el mundo me parece
una absurda avenida de cristales rotos.
Como si el ultimo otoño
con su aliento a viejo
se pegara en las pupilas.
Entonces salgo a la calle
a buscar un mensaje en las estrellas.
Mi sombra reclinada en la vereda,
desgarrandose,
con un gesto de final caprichoso.
El rostro iluminado por un letrero que dice:
"Sonrie. Dios te ama"
y el dia prosigue
con sus rituales de panico
mientraslos pasos se alejan
discutiendo derechos.
Mi muerte cualquiera
se perderá finalmente
en las cuartillas vetustas del olvido.
"Será otra vez, señora",
y al cerrar los ojos
compruebo una vez mas
que al soledad tiene tacticas dilatorias.
Ando siempre
con la ternura guardada
debajo de mis parpados,
con la soledad doblada
en mis rodillas
y este sentimiento de alegría.
Todavia espero la mano
que corte en dos
la redondez de mis penas
y traspase mi cansancio
con acento preocupado.
Ya no entiendo mi exilio.
Algo me faltó.
algo no supe dar.
Tal vez, nada mas
llevaba mi grito sobre la frente.
A quién endilgo ahora las culpas,
que haré con mi amor
y con los miedos.
Me encuentro enredada
en mi propia soledad.